Tartamudeando el loquesco
para que siempre se concentre
musa le inspira desde el vientre;
comiendo un verso agrío y fresco.
Conversa solo por birlesco
y come la rima que encuentre,
sin ropa a medida que le entre
viste un poema en parentesco.
Mientras le rasmillan los gatos.
aumenta su adicta locura
escribiendo más garabatos.
Lo ven cerca de la basura
con deteriorados zapatos
mientras nuevas frases murmura.
Mira al sol directo a los ojos
buscando siempre el no sé qué
babea la a, la u, la i o la e
abriendo así varios cerrojos.
En sus canas le rezan piojos
y algunos sobre su café
saben que estuvo, está y se fue
soñando con sus versos flojos.
De frías noches no va a huir,
con viento o luna que le arrecie
él siempre va a sobrevivir
aunque el mundo vil no lo aprecie;
por eso podemos decir
que él es de veras, de otra especie.