No me conoce mi sombra
ni el recuerdo.
No me conoce la aurora
ni el día entero.
No me conoce las sábanas
donde duermo.
No me conoce mi amante
que ya no me habla.
No me conoce el humo
ni el cenicero.
No me conocen las paredes
de mi casa
y me es extraño el lecho
donde duermo
en una noche callada y negra
que no conoce el alba
ni los sueños