Sabiendo yo lo que tú has sido,/ sabiendo tú lo que yo fui,/ a pesar de todo no te olvido,/ ¿quién me dice que tú sí?
El amor fue escuela de enseñanzas hermosas,/ para darme y para darte,/ tú aprendiste muchas cosas.../ yo sólo aprendí a amarte.
Vientos huracanados siguen tus pasos/ y miedos del ayer vienen y van,/ aférrate como nunca a mis brazos/ y que sople lo que quiera el huracán.
Me gustó escribir tu historia de amor/ y sabérmela de memoria,/ porque amaste más al escritor,/ que al galán de tu historia.
Aunque parezca indecente,/ si hablamos de mala fama,/ es mejor tenerla de mala gente,/ pero nunca de mala cama.
Acompañaste el final de esta historia,/ con tristeza ocultando tu histeria,/ por un amor que nació en la gloria/ y luego murió en la miseria.
Al menos en los sueños que quedaron/ de recuerdo entre tú y yo,/ sólo mis manos te tocaron,/sólo mi boca te besó.
Amanecimos despiertos y no sabría decir/ si fue porque dormimos muy unidos./ O fue que no pude dormir/ por culpa de tus ronquidos.
A pesar de mi caída,/ siento por ti mucho respeto;/ porque amarte o no, no es algo que yo decida/ ni puedo olvidarte por decreto.
Aunque sea un sentir extraordinario/ hasta el mejor amor se desgasta,/ cuando un te amo es necesario,/ pero el perdón no basta.
Ayer guardé de mis recuerdos lo mejor,/ lo más íntimo, lo prohibido./ Como tristes lloviznas de amor/ y tempestades de olvido.
Cerré mis ojos para pensarte/ y abrí los del alma para verte,/ esa visión fue buena para amarte,/ nunca lo fue para perderte.
Como dibujantes fuimos lo peor/ al hacer del sentir un retrato./ Dibujando mentiras nos salió el amor/ y dibujando el amor… un garabato.
Cuando la indiferencia te alcanza/ y regresa la paz a tu corazón,/ entiendes que el olvido es la única venganza/ y el único perdón.
Cuando la vida me lleva al pesimismo/ y no hay un final digno de los dos,/ prefiero pelear conmigo mismo/ para no pelear con Dios.
Después de acudir a nuestra cita/ debo decir que lo lamento,/ pero no eres Caperucita/ ni yo el lobo del cuento.
Después que un flechazo nos llevó a amar/ y sólo nos quedó el olvido,/ sugiero que nos sentemos a esperar/ una explicación de Cupido.
Dios metió al amor en la lista/ de una historia triste sin perdón,/ porque le encantaron los protagonistas/ pero no le gustó el guión.
Di que me amas hasta cuando reces,/ jura que tu amor cambiará mi suerte,/ recuerda que una mentira dicha mil veces,/ en una verdad se convierte.
El 100% de tu amor me prometiste/ y la verdad, ni el 50% me traje./ Una de 2: será que me mentiste…/ o no sabes calcular el porcentaje.
El amor a veces tan extraño es,/ que como pintura abstracta puedes verle./ Lo pones al derecho y al revés/ y no sabes qué título ponerle.
El amor no suele estar armado,/ pero sabe que su enemiga la mentira,/ aún sin haber disparado,/ siempre lo tiene en la mira.
El amor pasó y se fue, debo admitirlo,/ yo por milagro creí tenerlo,/ jugando al amor sin sentirlo/ y a ser Dios sin serlo.
El dinero y los negocios son venenos/ cuando no pueden potenciar mi alegría./ ¿De qué me sirven mis bolsillos llenos,/ si tengo mi alma vacía?
El muerto se pregunta con tristeza/ ahora que perdió su batalla,/ si debe creer más en el que reza/ o en el silencio del que calla.
Ya no recuerdo si te conocí/ ni sé si fuiste real,/ pero si eras vida para mí/ ¿por qué siento que muero igual?
Entre alegre y triste estabas/ después que desnudo me viste./ Ahora no sé si era por eso que llorabas/ o fue por eso que reíste.
Entre amar y olvidar en realidad,/ no sé qué puede más en ti hoy en día./ Si el olvido en su docilidad/ o el amor en su rebeldía.
Entre el error y la perfección te digo/ que a Dios lo juzgo así:/ Equivocado tal vez conmigo,/ perfecto en cuanto a ti.