Agosto
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Alegre canta el grillo, y animoso,
a la espera que el sol despierte al día,
hasta la sombra quema a mediodía
por culpa de un calor escandaloso.
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La siesta en su momento más fogoso
será una perezosa compañía;
la luz irá perdendo su osadía
con un calor cansino y pegajoso.
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Mas tarde habrá la magia del ocaso,
hipnótico momento indescriptible
hasta que las estrellas pidan paso.
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La noche será un dulce apetecible
para ese grillo que despierta al raso
y vuelve con su canto a estar visible.
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Poesía y poema : Ramón Bonachí.