Estoy huyendo del arte, transito de un lado a otro, voy por caminos desconocidos, tomo rutas alternas, camino sixagueando todo el dia, todo para que el arte no me encuentre, todo para que mi mente no lo detecte y quiera salir corriendo hacia él.
¿Por qué huyo del arte? Porque ahí está el dolor, como un enorme perro San Bernardo, babeando y goteando, queriendo saltar sobre mi, huyo para que no me atrape, el dolor nauseabundo y paralizante.
Ahí está el dolor y la pena, las no ganas de vivir; en el arte está la calma de una vida sin razones, de agujeros negros en el pecho y grandes olas arrebatadoras.
Ahí, en el está el verdadero retrato de mis ojos cristalizados, el verdadero sonido de mi voz sangrante, allí en el arte, no hay más que penas amontonadas, en una casa desholada que he cerrado con llaves.
¿Por qué me persigue? Me persigue en las sombras de los objetos, está todo el tiempo escondido entre los puntos bifurcantes, entre las hojas de los árboles ¿por qué me persigues arte? Por qué no me dejas ser libre en la inconsciencia y la planicie, por qué no me dejas ciega, por qué quieres condenarme a tu dolor, a tu duda, a tu inalcanzable cielo al que no quiero intentar volar, solo quiero quedarme en la tierra para siempre, unirme con ella hasta yo también ser polvo y que el viento me lleve para ya nunca más ser arte, aunque aún en el aire me perseguirás insesante más allá de la vida, al menos en esta vida, permíteme no ser parte, de ti, arte.
¿Existe el arte sin dolor?
Y si dejo de esconderme y comienzo yo la cacería... (?)