Bajo los árboles henchidos de aromas
Que frescos abrazaban nuestras siluetas,
Se mantenía frío el banco, estatua de primavera.
Presenciaba conversaciones de amores profundos,
A veces prohibidos, rupturas y concilios.
El parque que lo vio venir un día...
De repente se fuera roto como nosotros esa tarde,
Cabizbajos y tristes, en partes.
Ya no existe el testigo aquél, que guardaba
En las entrañas de cemento nuestros nombres,
Nombres que dentro de un garabateado corazón
Exhibió la muestra de que alguna vez nos amamos.