Todavía no he aprendido
a ser quien de enfrentarme
a esos fantasmas
en esta alquimia de sueños
invirtiendo mi delirio
consumado en placeres que no rinden,
en las fiebres que me extinguen
la caricia dulce y el espíritu.
Detrás de esta máscara
nunca he sido el mismo
que tú pensaras...
¿Ahora quién me quita
esta suciedad
que llevo a rastro en el alma?
Los días que pasan
conmigo en mi soledad
caen pesados como lápidas;
mientras tanto con quién andas
esquivando estatuas del pasado
con un aire de no sé alguien
que se me cruzó un día en la calle
de cualquier país remoto.
Hija del viento y dueña del sol
haces lo que te parece
derramando las copas del insomnio
a deshora,
entre las nubes te desvaneces
y no volverás
a no ser que te ignore
durante meses y años
que lo son en mi cabeza loca.