El silencio que continúa aquí,
en la noche henchida de soledad,
cuando se entreabren las puertas,
y las sombras aprenden a sufrir,
en la negritud insolente,
donde los pensamientos suben y se derraman,
y tus ojos se encuentran con mi desamparo,
desnudo como la lluvia, cayendo gota a gota,
como el agua asimilando el silencio.
El silencio, como marea arrogante,
corriendo sin fin, entre el horizonte y la arena,
asimilando el azul, cuando se abandona y sueña,
ardiendo como tormento de melancolía y tristeza,
porque el destino siempre se cumple
y el final siempre llega.
El silencio, como la soledad que encuentra tus ojos,
entre aberturas prohibidas de rebeldías y desenfreno,
entregando generosa el seno soñado,
como la brisa ingresando por la ventana,
en la madrugada inocente
que te escucha y te siente.