De tus ojos nace un río
de miradas seductoras
y de besos jamás dados
a la espera de la aurora
Y el río fluye hacia un océano
de caricias olvidadas
de silencios necesarios
de dolores taciturnos
y de gritos despiadados.
Y la luna teje los señuelos
y la vida duerme boca abajo
y la noche se derrama
sobre el diurno quehacer
y no quedan sino sombras
a la espera de otro adiós
que fabrique más recuerdos
de estas nuevas letanías.