La nave de los locos.
—obra de J.Bosch entre mil cuatrocientos noventa y cinco y mil quinientos cuatro.
Crítica a la disolución en que la sociedad de su tiempo iba irremisiblemente cayendo.
Critica con especial acerbidad a las clases dominantes, con hincapié al clero.
Representa como continente receptor de todas las maldades una pequeña nave, de color
pardo claro, que simboliza a la sociedad y dentro —como amontonados en la desgracia—
se hacinan el clero en primer y protagónico término —aparecen dos monjes, monje y
monja, que parecen cantar al son de una vihuela o bandurria como desdeñando el decoro
y la decencia que le son debidos, a su izquierda una viandas como acompañamiento
oportuno y más a la izquierda, en el agua, dos pobres náufragos, desahuciados de la moral
imperante, pugnan por subir de nuevo a esta nave mundo.
Alrededor de los monjes, y su alegría, parece imperar la desdicha: un hombre postrado
sobre la quilla recibiendo el acoso de una mujer a modo de monja pero sin llegar a serlo,
otro alzando el brazo en auxilio y otro, retrepado sobre unas cuerdas, ajeno a todo lo que
sucede, como loco, ensimismado en su mundo, que es un submundo seguro más habitable.
Detrás —este comentario ya a modo de colofón— parece extenderse una gran zarza,
como aquella que visitara en los tiempo veterotestamentarios a Moisés para revelarle
las leyes hebraicas y las doce tablas, con una especie de piñata final con un esqueleto
como premio y una suerte de ínfula rosa volando a los vientos. Supongo que esta zarza
simboliza el carnaval o cualquier festejo de esos que la moral tilda de indecentes.
No sigo. Paro aquí.