Vienes de aguas doradas de blancas azucenas,
de corazón despierto, de tardes desoladas,
de tus fríos inviernos y manos congeladas
marcando tus pisadas sobre blandas arenas.
Tienes en tu mirada, la inocencia de un trino
luciérnagas en vuelos con despliegue inmanente
inmanente las aguas silenciando tu mente
de pájaros dormidos que buscan su camino.
Vienen a tu ventana aromas de azucenas
la luna reflejada en la luz de una estrella
la estrellas reflejada en lagos de Marsella
mariposas soplando colores de verbenas.
Te regalo en mis versos un mar entre tus manos
a tus ojos azules verdosos y encumbrados
dos tardes de verano, cielos anaranjados
anaranjados cielos, cielos de tus veranos.