Al final no era real como el ficticio pensamiento
persistente y convincente tejiendo miedos
derribando murales pintados de esperanza,
nada más un espejismo como fruto
de la ansiedad absurda del cansancio.
Mientras más rasgada esté el alma,
más trágico se convierte el camino
y los pasos endebles temen andar
hasta el punto de olvidar que un día
esos mismos pasos corrieron por la cima.
El mejor principio nace del peor final,
cuando aparece acabar el mundo,
empieza la vida a florecer entre escombros,
no es la realidad lo que parecía suponer,
simplemente excesivos pensamientos ilógicos.
Con tan solo despertar, el horizonte;
mas allá de un sendero infinito
trae sorpresas que dibujan sonrisas extensas,
allí comprendemos que nada es lo que parece
y el miedo se alimenta de suposiciones.