He estado tanto tiempo condenado
por causa de mi voluntad perdida.
Lejos de tu amor se fue mi vida
esclava de placeres desatados.
Fui, de tu gracia plena, despistado
pobre buscador de alma encendida.
¡Fue, Señor, mi existencia reprimida
por la falsa libertad del pecado!
¿Por qué me llamas, Jesús, por qué sigues
a la espera de mi respuesta indigna
tocando la puerta de mi corazón?
No merezco la mano que me ofreces,
pero echaré las redes a la nueva vida
por una palabra tuya
que me diese tu perdón.