XIII
El extraño no ha muerto del todo, puede hablar,
solamente mira, sin esperanzas de nada,
la sangre de las víctimas, huesos enterrados,
se arrodillan, alguien pintó un demonio sin forma,
puedo sentir voces, como si quisieran algo,
la Vieja sienta al extraño en la silla de ruedas,
oraciones antiguas, encienden la fogata,
los espíritus se apoderarán de la noche,
la angustia final, casi no respira, lo empujan,
ha muerto, no tiene nombre, cenizas, sólo eso.
XIV
Los malditos se levantan, caminan despacio,
dicen mi nombre: “Soy el Espíritu del Camino”,
la quietud de la media noche, las sombras quietas,
no puedo controlar los pensamientos profundos,
una voz descomunal consume mis entrañas,
estoy dentro del cuerpo inerte de la Vieja, y hablo,
puedo acariciar el rostro desgarbado y triste,
los hermanos besan mis manos, los de la Vieja,
mientras toco con mi mente la presencia extraña.