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Una ventana abierta, un desconsuelo
cuando el amor asoma a las orillas
y las cortinas bailan las sencillas
melodías del aire y del anhelo.
El suspiro fugaz de un violonchelo
al posar la mirada de puntillas
y el silencio que pesa en las mejillas
como pesan los días tras el duelo.
De luto está por dentro y por afuera
la vida continúa en gris ceniza
porque hay que resistir, aunque no quiera,
aunque hace mucho ya que se rindiera.
Su cuerpo, poco a poco, se desliza
sin ansias de soñar, ni en primavera.