Revolotean las aves en el firmamanto,
presagio de que algo emocionante ha de acontecer...
en un suspiro, y con el corazón ardiente
tu escencia sobre mi ser, mi cuerpo hace estremecer.
Piénso en tí, más que nunca... ¡como nunca!
se cierra mi puño, y a la vez mis ojos,
y desdibujo tus manos mis labios tocar
insitándome a la más sumisa pasión de amar.
Tus ojos se ven en los míos y veo tu intención,
te acércas a mi cuerpo y siento tu vibraciôn;
te acércas más, y tu emosión se une a mi emosión:
me tócas, y se innúndan nuéstros lábios de pasión
Sólos, y con una luz ténue en la alcoba,
otra vez se innúndan nuéstros lábios, ¡con más pasión!
El deseo por tenérnos el uno al otro, y a solas nos gana,
y hace que nuéstros cuerpos desnudos, se júnten, como agua y sol...
Sin despegar tus lábios de los míos; ¡no hay razón!
y con mi cuerpo junto al tuyo, aún, me desplazas suavemente en tu regazo
y comiénza tu pasión a desvordarse en mí
sintiéndo mi pasión moverse en tí; amándote con ganas.
¡Qué tal, si tú y yo consumámos éstas ánsias:
éstas ánsias de amarnos desmedidamente;
déjame sentirte, y que mi ardor, por tí siéntas...
¡Qué tal, si tu y yo nos perdémos, y que el amor lo siénta...!
qtstyy-42215-123p-15wn-by:Jorge L. Casado