Corren los niños
detrás de los cometas
que ellos dirigen.
Con sus manitas
le dictan a las cuerdas
mil filigranas.
Giran y saltan,
planean y se estiran
en baile abstracto.
Siempre sujetas
al hilo que conducen
manos con magia.
Y es que los niños
despiertan las sonrisas
de quien los mire.
Juegan ajenos
al mundo de la playa
entre sus sueños.
Porque ellos vuelan
detrás de los cometas
y van con ellos.
¡Cuánta ternura
destilan las imágenes
que ahora recuerdo!
Que no se pierdan,
instantes como estos
para ser niños.
Que ese cometa
perviva en nuestras almas
como la infancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/09/22