Por sentirme poeta, del amor arrullado,
por vivir mi existencia sin fatídicas penas;
por gozar los amores, sin que me aten cadenas,
me preguntan sin nunca la pasión me ha inspirado.
Por vencer los fracasos, de coraje dotado,
por reírme de engaños, y terribles condenas;
por mirar en mis ojos, mis pupilas serenas,
me preguntan a veces si jamás he llorado.
El amor que en mi nace, con la fuerza del viento,
es amor que destila sentimiento gigante
y que envuelve con flama de pasión voluptuosa.
Mas si acaso la ingrata me causara tormento,
y pagara mi arrullo, con traición denigrante;
al instante la olvido por su acción venenosa.
Y si luego llorosa
el perdón me pidiera melancólica y triste;
la perdono y le digo que mi amor ya no existe.
Autor: Aníbal Rodríguez.