Joaquín Adduci

El mismo poema de amor de siempre

Podría escribir sobre tus ojos,
y confesarte que te soñé,
mas mi amor, tú ya lo sabes.
Podría regalarte una rosa
y decirte que te amo, 
pero mi amor, no lo haré.

No lo haré porque mi espíritu
errante sabe sentir tu sed,
revolcarse en el lodazal y
limpiarse con tu sangre.

Ese ademán de escape,
provoca una taxia en mi.
Y bien lo sabés, mi amor,
que no sé detenerla. 

Te escribo desde un
sofá de perfume, 
con veinte cerebros 
crudos y vírgenes ecos.

Busco el relieve de tu
vientre en la pared 
de mi garganta.
Mi elixir coloreó
las sombras de tu poder.

El olor a té de
un tenue amarillo,
desnuda algo más.
Quiero ver más allá,
y el más allá se aleja
cada vez más..

No soy la presión de
tus anhelos, ni el oasis
bordó que pinta en
tu cementerio, una bruma.

Pues, tan magna es 
la magnitud, que pararnos
sobre una silla para tocar
su cabeza, termina siendo inútil.

Tan inútil como regalarte
el mismo poema de siempre,
donde me transformo en 
surrealismo sobre tus ojos
perplejos, y te vas, finalmente.

Y me voy.