Destroza la frente primero
escupe en su interior sin cabellos
cráneo impoluto resume mi vida
horma las columnas del palacio invisible
funde las áureas coronas
finge en mí que estuviste a punto
un amor inesencial
un fugacísimo viento de pertenencia
gime tus apoltronadas señas
las rocas derrochan fuego en sus atalayas
y tu marea es una roca y un ruego y una oración
insalvables.
Dame tus uñas las más blancas
tu manzana de aposentos polvorientos
la amargura de un signo de protuberantes designios
y halla en mí la obsolescencia de lo vivo.
Oh lamento rígido! Oh lluvia de enseres!
Ese desinterés irrumpe en tu frente de nuevo-.
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