Dejó colgada toda su tristeza y salió a llenarse de futuro. Tenía sus bolsillos rotos y sus días caian... uno a uno.
Camino por horas en silencio por la ancha vereda del mundo. Hasta tocar en otros, en muchos, la melancolía en su conjunto.
Y volvió a ser él entre las piedras como un río que corre desnudo, que sin destino llega al mar a ahogarse en un beso profundo.