Amamantando el pecho en otros silbos
su voz escapará pidiendo ayuda,
para esconder la lengua en el vacío
donde mueren las voces prisioneras.
Será esa voz, que en claroscuro clama
acallando silencios de unas sombras
como un ascua que palpita al cielo.
Y arderán en los sueños mil auroras
infinitas, dolientes y desnudas,
que al despertarse irán buscando en ellas
el grito alado con la voz de un preso.
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