En el cielo de septiembre
se encendieron mil estrellas,
y se perfumó la tarde
con aroma de gardenias;
me están temblando las manos,
al tener las tuyas cerca;
y el corazón me palpita
en el pecho con más fuerza,
porque en tu piel de aceituna
floreció la primavera...
Te estoy mirando a los ojos,
mientras mi amor se embelesa,
preso en la luz infinita
que tus pupilas destellan;
sintiendo que tu mirada,
al sonreirme, me besa...
Aunque parezca tranquilo,
con una actitud serena,
en el alma me está ardiendo,
esta pasión que me quema;
y una furia de huracanes,
me recorre las arterias...
Se me hace fuego en los labios
la fiebre que me atormenta;
la loca sed de besarte,
que el corazón me enajena;
el sueño de hacerte mía,
que noche a noche te sueña;
y el deseo de ahogarme
en un río de agua fresca,
que me lleve hasta el océano
de gloria de tu belleza...