Matias 01

Desencuentro

 

Se quedó conmigo la espina

inagotable del silencio, la rosa viva

de mi naufragio,

el amor que podría haber

incendiado una ciudad

y el odio engalanado

con su ventana oscura

por donde pasan las almas tristes.

Y desde entonces solo sé de la noche,

con sus huesillos delirantes

que se mueven con el frío

y palpan las sombras que van en el cuerpo mío.

 

¡Padre mío! Que estas de costado

a mi suerte,

de perfil a mis angustias,

ahora que mi corazón

es como un río mudo, sin agua

que nada tiene.

¡Señor mío!

Quiero dormir entre las sabanas del frío,

hoy que el aire es hielo

y los pájaros del luto llegan

en bandadas a mi soledad.

Déjame existir entre los recuerdos

hasta el día que te acuerdes de ser Dios.