Guardián De Ángeles

Nuestra complicidad encendida

Aquietada, en tu aposento, olfateando tus sueños mujer, pintando suspiros con los ojos cerrados, envuelta de la blancura de tu alma, duermes. Me aproximo a tus cabellos y coloreo de pasión tu piel, ¡oh tan dócil!, marcando la forma de mi boca sobre tu espalda, y gimes un poco sin despertar, invado tu mundo que ha sido instaurado en lo onírico de la dimensión de las esencias. Me sientes sin salir del universo donde coexistimos íntimamente en nuestra entrega que es idílica, y tus rizos se deslizan sobre mi rostro perfumando mis pensamientos. Mis manos palpan tu cintura donde el cálido vapor de tus entrañas va emergiendo aumentando la temperatura de mis venas. Las planicies de tus caderas son atraídas por los riscos de mi pelvis, y la lubrificación de nuestras sensibilidades se mezclan, mis brazos se engarzan con tus senos y los ápices de tu torso me invitan a circundar con los roces de mis labios la lisura de tu cuello, al tiempo que empotra el aditamento de mi ser en el resquicio de tu integridad, es sublime la conexión alcanzada desde la sincronización de nuestros sentidos. Estamos los dos inmersos en nuestro sueño en el que la pasión aromatiza la atmósfera de nuestra complicidad encendida, porque en este cosmos nos pertenecemos, nos conocemos, nos donamos mutuamente, tú y yo, dos cuerpos en unidad, porque fuimos creados para unificarnos, forjando un lazo que es indisoluble en nuestras almas.