Saco los ojos
no las uñas ya
para defenderme
de arbitrios ignorantes
e incesantes mausoleos
debe de ser por alguien monstruoso
una aniquilación invariable
que arremete contra mi estirpe
y refunde el mito de los esclavos
trato de no enojarme
de mandarlos a todos a hacer
puñetas,
de comentar los necesarios escombros
periodísticos
y las gacetas del aguacero que me llueve
sobre la cabeza imperturbable.
Saco los ojos no ya las uñas
por esa infinita mezcla de olores insensatos
la eterna disputa de un metálico hombro
y su recién casada cadavérica.
La parturienta estaba recientemente asilada
sobre mármoles de puro opaco
con sus trajes de cola envainados
y sus pesquisas destrozadas por las avenidas.
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