Vente a mi soledad, ven cuanto antes,
al lecho solitario que me abriga,
vente como mi amante o como amiga
a escuchar mis jadeos palpitantes.
Acude a mis deseos delirantes
y deja que en silencio te los diga,
y que muero de angustia y de fatiga
esperando el placer de esos instantes.
Llega pronto hasta mi, paloma mía,
no dejes que me duerma en esta tarde
en mi cama perdido, solo, isleño,
que mi pecho a pesar de que me arde
se queda en el silencio más pequeño
si no se abraza a él la poesía.
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