Volverán los inviernos a mi casa
a oscurecer el blanco firmamento
y otra vez los más tristes sentimientos
hundirán el calor de la esperanza.
Bajo oscuras tormentas, Jesús mío
caminarán los años de mi vida
si de tu amor mi corazón se olvida
quedando en su interior el puro frío.
¿Seguiré andando, Señor, como un ciego
ignorando la llama de ese fuego
que abraza aún mis pasos en la noche?
¡Merezco buen Dios, todos tus reproches
pues los caminos por tí bendecidos
caminarlos mi alma débil no ha sabido!