A un soldado pueblerino
lo entrenaron pa´ matar
olvidando el verbo amar
¡Qué oprobioso desatino!
¡Y disparó, Valentino,
con el arma y sin parar;
y entre tanto disparar,
mató a un hombre campesino!
Hoy la sangre va corriendo
sobre el suelo polvoroso
con un signo doloroso
de quien quedará sufriendo.
Poco a poco, irá muriendo…
¡Ah qué mundo tenebroso!
Y el soldado entristecido
bajó el arma, con desdén.
«Si él es padre, yo también,
exclamaba arrepentido».
Y aquel cielo ennegrecido
que más lluvias ya prevén
bañarán a cada quien
con el viento y su soplido.
¡Ah carajo en este mundo,
cuántos viven con pesar,
cuántos más van a llorar!
¿Si este mundo está iracundo
caminando moribundo
hacia dónde irá a parar?