¡Oh Yaveh, que ingrata es la humanidad!
cuando padecen angustias claman
a tu socorro; cuando los escuchas
y tienes piedad, en cuanto les va mejor,
olvidan sus promesas y vuelven a su iniquidad,
pagando bien con mal, sin saldar sus cuentas.
Así me siento yo
ante la confianza otorgada
y el abuso de los demás…
pero aun así sigo confiando
porque mi confianza esta en ti,
Tú llenas de esperanza el corazón
y reconfortas el alma;
allanas mis caminos
mis sendas son seguras;
tengo tu misericordia
y tu justicia cada mañana;
eres lento para enojarte,
pero implacable en la venganza;
por eso, solo te temo a Ti.
¡Yaveh, divina deidad Trinitaria!
que con tu Hijo y el Espíritu
Santo me protegen y la Santa
Virgen que aboga por mí,
me reconfortan cada mañana.