que existan vidas así.
Durante éste, mi tan largo pasado,
sigo sin saber cómo, desatendí y embalé muy
variadas e importantes realidades que,
por desatendidas todas, ahora son poco más que
inútiles tropiezos faltos de vitalidad.
Hoy, consciente de estarme prohibido
obtener algo, -el más mínimo provecho de ello-,
no me queda por delante más que un agrio
regusto a tiempo perdido; una creciente desazón
existencial y la inevitable espera del final llegando que,
no más, se hace esperar
un poco más cada día.