Freddy Kalvo

Romance a la Naturaleza

 

Avanzo y luego, me paro.

Veo la naturaleza,

hermosa como ninguna

mostrando sus verdes hiedras

y aquel río cristalino

cuando alegre serpentea

a tono con pajarillas

que van volando en la sierra

y de aquellos matorrales...

¡Qué salen corriendo yeguas!

 

Siguen mis ojos cautivos

e inventando unas quimeras

en el bosque nebuloso

que imagino con veredas

serpenteando en la grama

en medio de aquella selva

que me lleva a los lugares

donde mi cabeza sueña.

 

De pronto, miro a lo lejos

abundancia de maleza

la que con el viento danza

aunque luego quede seca

por los rayos penetrantes

del astro rey que alardea

con su luz que muy radiante

en lugares mucho quema;

pero luego reverdecen,

cuando el cielo llora y riega.

 

Me dirijo hoy a las costas

a jugar con las arenas

y las aguas de los mares

a la luz de las estrellas

en aquella noche sacra

esperando una sirena

como el cuento que los niños

en las noches siempre esperan.

Y las olas, complacientes,

dan su canto que hasta truena.

 

Y de pronto a la laguna

voy por una carretera

que se extiende por parajes

que en la vida se reflejan

cuando vienen los recuerdos

de las bellas cordilleras.

¡Y en El Salvador resalta,

verde Sierra de Apaneca!

 

Voy llegando a mi destino:

la laguna, de Olomega,

que también tiene paisajes

donde se alivian las penas

porque fueron los lugares

que ocuparon razas Lencas.

 

¡Y cuánta basta hermosura,

nos regala este Planeta!

Sierras, lagos y lagunas;

ríos, mares, cordilleras;

flores, lluvia y animales;

nube y cielos con estrellas;

vientos, aires y frescuras;

llano, estepas y praderas;

frutos ricos y semillas

que alimentan las cosechas.

 

Y sigo aquella vivencia

con emotiva certeza

que la Pachamama es dulce

que la Pachamama es tierna

que es un don para la vida

porque frutos nos entrega

y por ellos subsistimos.

Pero saben, ¿qué molesta,

al mirar árboles muertos…?

¡Qué destruyan esta tierra!