Le gusta el café con solo un par
de cucharadas de azúcar,
Jon Bon Jovi, La lluvia templada,
el aroma a naranja,
los detalles finos y tener la razón.
Le asustan los adioses, esos de despedida con aroma de huida,
y ataca de frente, antes que nadie, porque no se sabe defender.
Me gusta que me guste,
porque remueve cada antorcha dentro de mí,
porque me gusta lo pequeño y abrigado de su mundo,
porque me recuerda lo vivo que puede sentirse
alguien que acudió a su propio entierro.
No la quiero mía, la quiero para mí, para ahora, para ya.
La quiero para el café y el azúcar para dos,
Para poner Bon Jovi y espantar las aflicciones deshojadas,
para el aroma de lluvia y de naranjas de temporada,
para el ensueño de las finas cartas,
para las bajas y altas y el dulce retrato
de sus ojos al tener la razón.
La vida es momentos y hoy ya toca dejar de correr,
Así que la miro, caliento el café, le echo el azúcar,
y la miro mientras pienso en cuánto me gusta,
y ahora sí, nos vemos a la vez.