Un palmo por encima de tu ombligo,
la dulce asimetría de tus senos,
un nudo de agitados desenfrenos,
de donde vengas, traerá contigo.
Tan descolgado del destete, sigo
amamantándome de sus serenos
contornos, y a mi edad, ni mucho menos
la indigestión supone ya un castigo.
Al ver tus lácteas protuberancias,
mis ojos se derraman en ganancias
y tengo que barrer la compostura.
En una expedición por su textura,
anhelo conquistar tu cordillera
e hincar en cada cumbre mi bandera.