Abro los ojos pero no veo nada,
la telaraña me ahoga el corazón,
negras tinieblas me ocultan el futuro,
quiero dormir, pero el sueño terminó,
ahora impera el terror, la pesadilla
la espada de Damocles en la piel,
la corneta de los telediarios;
cambio de tercio, ¡La espada o la pared!
Tomo una ducha helada como el miedo,
me preparado un café negro carbón
y me lanzo a la calle sin más armas
que el poder del amor y la razón,
me tropiezo con phonbies fantasmales,
con profetas de visa y mástercard
anunciando terror y apocalipsis
mientras pasan factura a sanidad,
mercaderes de píldoras y sueros,
de venenos, de pócimas del mal
que nos hunden en pútridas miserias;
dependencia, vacío y soledad.
Pero llego a la playa, me desnudo
Y me entrego a las aguas de este mar
aquelarre de pueblos y culturas,
religiones, leyendas sin edad,
nado, canto, buceo, grito y lloro
recupero mi ser, mi libertad
me tomo una cerveza bien helada,
vuelvo a casa, me tumbo en el sofá
y empiezo a concebir nuevos poemas
¡el mañana no me esclavizará!