Cuando Miguel Angel , finalizó
la estatua de Moisés, fue tan colosal,
que tomó un martillo y pegándole
en la frente, y con autoridad inaudita
le ordenó ¡ Habla!
Soy un ser humano , obra
de Dios, y a mí el martillo que me ha
pegado, es la indiferencia a las cosas
importantes de amor.
Hablo de la vida, de la capacidad
de amar sin condición al ser humano,
a la naturaleza, a lo que nos rodea,
el amor es afecto, una reserva que
no se termina. Si esto se practicará,
no habría pobreza, ni riqueza en un solo
bolsillo.
No quiero morir fundida en roca,
donde el burlón murmullo del viento
Se me pose como dueño. Quiero un
puño de sabiduria de nobleza untada
de amor y repartirla en el espacio
para que magicamente toque a los
que no conocen el amor.