LA ENCINA ( Alegoría a la madre )
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La tarde se resguarda de todo su calor
bajo la casta sombra que da la encina vieja;
ella vive sus años sin miedo y sin rencor
clavando sus raíces bajo tierra compleja.
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Es su gracia, un lugar realmente acogedor
para el mirlo que canta, dejándola perpleja,
éste crece en sus ramas mientras busca su amor
y más tarde en invierno, por ley, de ella se aleja.
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Es grande y entregada, graciosa y espartana,
es la reina de un prado donde todo germina;
tan solo el tiempo engulle su sabia soberana.
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Y un gran sol que sumiso sobre sus pies se inclina
va dejando de forma tranquila y cotidiana
el calor en la piel de la entregada encina.
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fotografía y poema: Ramón bonachí.
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Septiembre siempre traerá gratos y tristes momentos a tus tres mirlos mi vieja encina, besos allá donde estés