Lucy Quaglia
Algonquin Número 3
El gris del día suave
con fragancias de flores
blancas y rosadas
va trayendo el recuerdo
de las cosas bravas
que están en la alegría
de vidas pasadas
bajo las nubes altas.
Tábanos locos,
faisanes raros,
ardillas gordas
de nueces malas,
pescados libres
y loons nadando
traen sonidos
tan naturales
que me estremecen
desde temprano.
Me siento al lado
del lago calmo
con piedras grandes
que van rodando
desde la orilla de la montaña
y miro lejos el horizonte
con bosques verdes,
anchos, inmensos,
que son la cuna
del aire fresco
que respiramos
en el momento
que acá gozamos.
Más allá de las olas,
de las luces y soles,
se ven los cipreses,
los robles, los arces,
los pinos, los álamos
y las madrigueras
de bichos extraños.
Me siento, me alejo
dentro de la nada
mientras leo un libro
lleno de pavadas
que me llevan lejos
hasta la mañana.
El hambre me achicharra
los remedios de hoy
y los que me faltaron
toda la semana.
(Escrito antes del 2015)