En mi calma cautelosa,
¡Nacen llamas de mariposa!
Cuando anochece y llueve
en el campo silvestre
mi velo se desvanece y el musgo crece.
Desconozco la esencia de la nada
y no se a donde llega la persistencia
sutil de la llegada,
pero me reconozco en el viento
que cura el alma, tatareando mantras,
con el sol a mis pies y la tierra mojada.
Sintiendo la paz que hay encerrada
de quién no ve lo profundo
ni se deja llevar por la velada.
Al soñar te lo cuento, me convertí en una hada.