Desgarrados sentimientos, provocados en el devenir del tiempo.
Ecos silenciosos en plegaria de vida.
Abrumada conciencia que se pierde en los siglos de la nada.
Sombras caducadas como enemigos silenciosos.
Tiempos de guerra envuelven cual fantasmas, psicológicos.
Ecos de la soledad, amiga eterna de los inviernos.
Entre cuatro esquinas, lobregos abrigos de los silencios fúnebres, de un papiro silente y añejado; solo un suspiro alojado en la locura.
¡Marchaos, la voz interna que atosiga!
¡Rendirte, grita el eco de mis cordura!
¡Ecos, ecos de la vida y muerte!