Tu tierra, no es tu tierra.
Sus brazos, arados, se enfrentan
con lo invertebrado que hay en ti.
No es tu ámbito este. No es tu
luz. Ni siquiera tu camino,
o tu senda. No es su madera,
tu madera. No es, con su vocabulario,
con el que a gusto te expresas.
No es tu aquí ni tu ahora: se confundieron
confundiéndote.
Dios sin ángeles y una tierra desvanecida.
Ríos secos y esparto y tuétanos y rocío.
Dios sin ángel, de las avenidas demasiado
ciertas. Dios con eructos y sangre, vaharadas
asesinas de humo. Dios cercano y certero.
Dios sin perlas.
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