En un conocido bar
sito en la esquina
de la plaza del lugar,
ideal para los que quieren
sus vidas alegrar,
o para aquellos que sus penas,
pretenden olvidar.
Allí te encontré, sin querer,
la tarde aquella
en la que llegué sin saber,
porqué o, para qué.
Y tu me aseguraste.
que llegaste atraída,
por la curiosidad.
Al lado del mostrador
nos miramos,
te saludé y sonreíste
sin pensar que nuestros corazones,
habrían de unirse
para amarse sin control.
Cosas del destino, dije yo,
o consecuencias del alcohol
dirá algún abstemio,
que sólo bebe, agua del arroyo.
Nunca antes estuve allí,
y por lo que supe,
nunca antes, tampoco vos.
Al parecer el amor
no sólo en primavera
y entre flores perfumadas
está dispuesto a entregarse
con todo el corazón.
Sólo espera la ocasión
en la que, con otro, solitario,
llegan inesperadamente
en cualquier tiempo o lugar
para amarse intensamente,
dejando atrás la soledad
que mata la ilusión