Mariano Torrent

Aforismos reciclados para un martes por la tarde

El servicio secreto decidirá, primero, si el muerto 

merece ofrendas florales, y segundo, hasta donde 

es conveniente que llegue el aroma de las mismas.

 

Siempre habrá un alma rota

para un corazón descosido.

 

Incluso los días nacidos a la intemperie

son el inicio de un camino.

 

El paso del tiempo dispara flechas envenenadas.

 

Se ruega atentamente no confundir fortaleza

con incapacidad para pedir auxilio.

 

La historia humana parece reducirse a

las mismas tragedias con distintas fechas.

 

Al piso del recuerdo se lo limpia con lágrimas.

 

La estadística no sufre remordimientos...

Los que la diseñan tampoco.

 

Al sueño de unos pocos lo

financian las pesadillas de muchos.

 

Cuando miro a los ojos a tu 

ausencia, no puedo sostenerle la mirada.

 

El I love you de los políticos

es un beso de Judas televisado.

 

La poesía es más una necesidad

de aprendizaje que de comunicación.

 

Cada paso que damos es un

camino que nos empieza a abandonar.

 

Los mansos heredarán la tierra... Y será

el terreno contiguo a algún basural.

 

Tenía voz de ángel y semblante

de verdugo... Era ambas cosas.

 

La soledad nunca es neutral. O mata o enamora.

 

Es incontable el volumen de

sueños que derraman los suspiros.

 

En la guerra incluso los momentos

de silencio dejan un eco desdichado.

 

La vida de los adultos se resume en

comprar lo que no hace falta y

votar al candidato que no nos representa.

 

Los escritores utilizamos las palabras, no para

dar a conocer algo, sino para ocultarlo.

 

Toda insatisfacción puede ser un patrimonio

si se la alumbra con la lámpara correcta.

 

Conocer las palabras suficientes no

implica saber las adecuadas.

 

Las reseñas de los sueños más

felices todavía no domestican pesadillas.

 

Cuando se rompe una copa, millones de años

fragmentados se desparraman por el suelo.

 

La violencia no comienza con la

acción, sino con el discurso, del

que pide autodominio mientras golpea.

 

...Y sigue diciendo \"no pasarán\"

la pancarta pisoteada por los

mismos zapatos lustrados que patean

el futuro hacia otra dirección...

 

Lo peor de habituarse a la injusticia

es que la indolencia sugiere no irritarse

por temor a que suba el colesterol.