¿Y si nos convertimos en ese día que anhelamos?
Si de pronto nos gana la locura
y despertamos juntos un domingo,
o si nos transformamos en amnesia
y logramos olvidar algunas cosas sin sentido.
Y si dejamos para luego a los demás
y me regalas una salida de la mano,
un beso en el medio de la calle,
un qué importa si nos miran asombrados.
Porque a la vista de la gente,
ese metro de distancia entre los dos,
son kilómetros interminables.
Un alud de sentimientos confiscándose las ganas.
Y ya no quiero que seamos más promesas,
ni guardar la calma en la mesa de noche
o entre las hojas de un libro que jamás volveré a leer.
Yo quiero ser la ecuación que descifremos
día a día en nuestras vidas,
ser tu múltiplo de infinito,
el plural de tu deseo,
el “érase una vez un par de locos”
y el “vivieron felices para siempre”.
Aunque “los locos”, a veces estén cuerdos
y el “para siempre”, sea solo,
una romántica batalla.