Ben-.

Recompensado-.

Aislado ya de los comunes trabajos,

desempeñados por hombres, como tú,

viejos y ornamentales, te resignas, meditando

sobre tu propia vida, complicando en exceso

sus peripecias y vericuetos.

Percibes en su justa medida, que nunca

viviste exactamente como los otros: más

torcido, inclinado sobre el eje de la tierra,

iba tu cuerpo e iban tus labios, murmurando

quién sabe qué blasfemias inoportunas.

No fue tuyo el mundo de los vivos; mas

tampoco el de los muertos, en sentido

estricto. Paseaste por un orbe ensanchado

y amplio, estilizado y proteico, que te sirvió

de refugio. Pensadores, escritores, hombres

y mujeres todos, en cuyos afanes, desde joven,

tu fe y tu orgullo depositaste.

No muestres, ahora y pasado el tiempo,

demasiada crítica hacia ellos, buena compañía

te hicieron y te hacen todavía; si acaso

a tu alrededor, mira, observando la podredumbre

y el desacato, instaurándose como alas

de murciélago, sobre esta tierra que amaste.

Preferible es que, paseando bajo un largo

cielo, te despidas, transeúnte entre miradas

de ángeles raudos-.

 

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