Alberto Diago

IRONÍAS DE LA VIDA

Veo a un transeúnte que llora,

porque... cae la tarde,

y en el horizonte

se asoma la luna.

Es un iletrado, 

no compone versos,

pero tarde tras tarde,

recuerda sus besos.

 

Desde que perdió el amor

de la que amó cual ninguna,

¡al caer las tardes, cuenta

sus penas a la luna!

Qué ironías de la vida,

dicen todos en el pueblo:

¡Si él fuera poeta,

podría aliviar su duelo!

 

Por la otra acera

van los alfabetas,

contando las sílabas:

¡Van a ser poetas!

 

xE.C.