Raiza N. Jiménez E.

Al Amanecer.-

Amanecí tendida en los brazos del olvido.

Todo se ha de olvidar cuando las penas te

hieren, sin remedio y has de seguir vivo.

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En las riveras de mis pensamientos, acuden

las imágenes del pecado buscando refugio.

!Es por este amor que, se muere sin avisar!...

Solamente las estrellas de las noches claras,

han sido mis fieles testigos de las angustias.

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Nada es permanente, parece decir la luna

 Y se aleja, para volver con su misma claridad.

Brilla como plata, así lo hacen mis alegrías.

¡Y es cada cierto tiempo y de vez en cuando!

-**-

Ayer estuve tendida en una inmensa espera.

Vi las señales de un cielo estrellado y silente.

Mi mente se ofuscó, pero anticipó respuestas.

Nada te puede tocar  y se queda en el pensar.

Mi Mar soy yo, lo  he llegado a comprender.

! Ay, cómo es de humillante la conciencia!

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Mis ojos inquietos, escrutan y no se callan…

Miradas lánguidas y largas se me amotinan. Esperan, para ver caer la estrella mensajera.

Portadora, de los insignes secretos del amor.

Es amor, cuando se reconoce como ente vivo.

! Quizás, sólo quizás, así se muestra la muerte!

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Mi pecho, también te reclama en su inquietud.

Busco alivio para calmar pulsos de fuego fértil.

Quizás al amanecer, cuando el oro del mañana,

 dome a la plateada noche, mi corazón se calme.

Nada como un Sol en plenitud, para otear el día.

-**-

¡Cuando la noche se haga silente a tus clamores,

tú verás el amanecer, expiarás todas tus penas!