Por Alberto JIMÉNEZ URE
Era un imberbe,
Pero no tan inocente:
Me gustaba mirar las piernas
De las amigas de mi madre
Cuando la visitaban vestidas
Con faldas no tan largas ni cortas
Que satisfarían la «Sociedad del Recato».
Aquella generación de damas (d. a. 50/s. XX)
Cuidándose de murmuraciones malsanas e hipócritas
Porque, cuando las celebraciones irrumpían con licores,
Ninguna virgen o fiel esposa estaba salva de la ponzoña.
Ya no soy aquél «infante-inocente», [oh, ¡cacofonía!]
Admirándole a Marisol Marrero su inteligencia, cierto:
Pero igual sus piernas cuando mi virilidad rehúsa declinar.
Fervor, no me abandones porque haya envejecido.