Siempre me he de negar a mirarme en otros ojos,
y a cambiar tus labios rojos, por otros que son ajenos.
Prefiero esperar por siempre, que cumplir algún antojo,
y beber de un elixir, que primero será dulce, y luego será veneno.
No voy a cambiar tu risa, por miles de carcajadas,
porque solo tu mirada, me da la paz que deseo.
No voy a matar recuerdos, avivando una quimera,
porque correría el riesgo, de que mi alma muriera.
No deseo otro deseo que desearte hasta morir,
porque, probar existir, más allá de nuestro amor,
sería como el dolor, que se vuelve insoportable,
seria perder el aire que me permite vivir.
El amor no es descartable, ni se compra en un mercado;
y el tiempo me ha demostrado, que solo existe, “ese alguien”.
Tal vez la vida se ensañe con parte de nuestra historia,
pero será la memoria, que hasta el final me acompañe.
Mi esperanza sigue intacta, y no importa lo “invaluable”,
de un millón de frases hechas para intentar olvidarte.
No existe otra mujer que ocupe mi corazón,
y jamás te olvidaré, porque sos irreemplazable