En la punta del castillo norte agoniza una vela haciendo sombra a una bestia desterrada por su Dios.
Amigo del insomnio, traza el mar cuál boceto descansa en palmeras que extraña sentir.
¿Qué tanto ha echo para sufrir el cielo gris?
Ninfas y querubines dedican baladas, sinfonías como transporte de la tristeza a testigos sordos que encienden antorchas a la bestia del castillo.
Señalado de pagano, acusado de robar el licor del cielo para emborrachar a los mendigos, dotó de libertad a las viudas que rendían tributo a la soledad, guaridas de zorras y alcohólicos brindan en honor a aquél que condenado al invierno perdió la concepción del trópico.
En la punta del castillo norte agoniza una vela haciendo sombra a una bestia desterrada por su Dios.
Amigo del insomnio, traza el mar cuál boceto descansa en palmeras que extraña sentir.
¿Qué tanto ha echo para sufrir el cielo gris?
¿Hizo mal en distraer a los humanos de la inevitable muerte?